Lucrando del sufrimiento

Hoy venía en el metro y la providencia de Dios quiso que viajara junto a una madre que cuidaba a una niña sentada en su coche. Nada raro hasta entonces, excepto que la niña tenía entre dos y tres años y notoriamente sufría algún tipo de trastorno. Esto fue evidente cuando vi a su mamá sacar de la mochila una pequeña pastilla que puso con mucha delicadeza en la boca de su hija.

En medio de tantas dificultades y pruebas en las que me he envuelto en estos últimos dos meses debo reconocer que contemplar esto me hizo agradecer la salud de mis hijos. Pero aparte de esta gratitud sentí lástima por la niña. Oré por ella. Sin embargo, rápidamente pasé de la pena a la rabia. Rabia contra unos personajes que desde hace años han invadido el cristianismo. Me refiero a aquellos predicadores millonarios que hacen megacampañas en estadios atiborrados de gente. "Ungidos" que prometen sanidad.

Procurad, pues, los mejores dones

Si hay un don que desde niño quise tener ese es el don de sanidad. Habiendo tanta enfermedad, dolor, drama y desesperanza ¿no sería de gran bendición usar este don y mostrar así el poder de Dios?, ¿cómo no ha de ser gratificante dar gloria y honor a Dios predicando Su Palabra y dando sanidad a multitudes que no Le conocen?. De sólo pensar en todos esos desamparados siendo sanados gratuitamente, convertidos al cristianismo y dando testimonio vivo del poder de Dios no puedo dejar de pensar en el alcance que este don practicado de manera eficaz podría alcanzar; pero con rabia veo cómo muchos predicadores no sólo hacen tocar bombo y platillo delante de sí para predicar sus evangelios, sino que además siempre veo como salen de sus megacampañas con más dinero que con el que llegaron a "sanar" las enfermedades. Como si el don y el favor de Dios fuesen comercializables.

Nunca he conocido a alguna persona que haya sido sanada por uno de estos predicadores, y nunca he sabido de ninguno que se haya convertido a la sola gracia de Cristo por alguna de sus giras. Por el contrario, siempre me he preguntado ¿por qué estos "ungidos" no hacen una campaña en medio de África o en Haití, lugares donde este tipo de señales no sólo darían gloria a Cristo al ser poco evangelizados sino que además harían tanto bien a multitudes sin recursos?. Para pensarlo; pero como todas estas cosas no creo que haya una respuesta por parte de sus incautos defensores.

Cuando nuestro Señor o sus discípulos sanaban lo hacían con enfermedades reales, visibles y evidentes. Nada sicosomático, nada dentro del cuerpo e invisible a los ojos o al escrutinio público. Muestra de esto son el paralítico de Bethesda, los leprosos, el hombre de la mano seca, etc. Pero estas megaestrellas del evangelio (el de ellos) nunca han devuelto la vista a ni un sólo ciego de nacimiento.

Y por eso el motivo de mi rabia, porque estos personajes lucran con lo único que les queda a los que sufren enfermedades. Su esperanza.

La Escritura habla de algunos cuya condenación es justa (¿acaso será alguna vez la condenación de Dios injusta?), yo espero el día en que el Señor hará justicia y todos estos falsos apóstoles que desacreditan el único evangelio verdadero sean desenmascarados.